Kasbah Ellouze

“Reprtiremos”

Hotel típico marroquí integrado dentro del pueblo con unas callejuelas que te hacen vivir la experiencia a tope, eso sí, siempre acompañado del personal que te ayuda muy amablemente con el equipaje. Cenamos en el hotel el menú, sopa de trigo con verduras y tajín de pollo, ESPECTACULAR nunca algo me… Más

Hotel típico marroquí integrado dentro del pueblo con unas callejuelas que te hacen vivir la experiencia a tope, eso sí, siempre acompañado del personal que te ayuda muy amablemente con el equipaje. Cenamos en el hotel el menú, sopa de trigo con verduras y tajín de pollo, ESPECTACULAR nunca algo mejor, el mejor tajín de todo marruecos!! De postre puding también muy bueno. Fue corta la estada pero muy satisfactoria.

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“Oasis perfecto y único”

En un entorno idílico, esta kasbah es un oasis de paz, junto a un hermoso jardín lleno de almendros en la margen de un riachuelo. Ofrece los atardeceres y amaneceres más bonitos que puedas imaginar. Las habitaciones son estupendas y los espacios comunes están creados con cariño y buen gusto. La coc… Más

En un entorno idílico, esta kasbah es un oasis de paz, junto a un hermoso jardín lleno de almendros en la margen de un riachuelo. Ofrece los atardeceres y amaneceres más bonitos que puedas imaginar. Las habitaciones son estupendas y los espacios comunes están creados con cariño y buen gusto. La cocina es un plus, un cuento culinario de las mil y una noches. En febrero todos los almendros están en flor. Merece la pena recorrer los 6km que separan este pueblito de Ait Benadou y disfrutar de un entorno tranquilo, precioso y evocador.

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“"El encanto y misterio de un sueño"”

Situada a unos 6 km al norte de Aït Ben Haddou, en el pueblo de Tamdaght, llegamos a la Kasbah Elllouze tras atravesar misteriosos y laberínticos pasillos llenos de secretos. Cuando sus propietarios, Michel y Colette Guillen, nos abrieron sus puertas un sorprendente mundo lleno de orden y belleza a… Más

Situada a unos 6 km al norte de Aït Ben Haddou, en el pueblo de Tamdaght, llegamos a la Kasbah Elllouze tras atravesar misteriosos y laberínticos pasillos llenos de secretos. Cuando sus propietarios, Michel y Colette Guillen, nos abrieron sus puertas un sorprendente mundo lleno de orden y belleza acarició nuestros atónitos ojos. Nos estaban esperando y nos acogieron calurosamente, ofreciéndonos el tradicional té de bienvenida. La estructura de la Kasbah es muy bonita. Alrededor de un patio central de baldosas, en el que burbujea una fuente, hay varios salones, una sala comedor informal, un puñado de simples pero acogedoras habitaciones, una piscina y varias terrazas contiguas con cojines de estilo bereber, mesas bajas talladas y vistas de ensueño a través de los exuberantes campos en los que los pájaros cantan un sinfín de melodías al atardecer La vida se mueve lentamente aquí. Es la hora de la cena y la Kasbah Ellouze, nos tenía reservada una gratísima sorpresa. Michel, chef francés, nos deleitó con su exquisita cocina marroquí: “Un delicioso tagine de pollo preparado con higos y acompañado de unos suaves e insuperables fideos vermicellli” La espléndida cena, resultó ser el secreto mejor guardado de la Kasbah Kasbah Ellouze es un oasis, un lugar para descansar, comer maravillosamente bien y abrir nuestros sentidos a través de sus ventanas a ese mágico mundo que es Marruecos. Estoy totalmente seguro de que todo aquel que se acerque hasta ella quedará encantado de su estancia y le dejará, como nos ha ocurrido a nosotros, una huella indeleble. Por todo ello, recomendamos encarecidamente la Kasbah Ellouze. Gracias, Colette y Michel por vuestra amable hospitalidad. Juan Antonio y cinco amigos más.

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“Un lugar de cuento”

Nos resultó difícil dar con este hotel, porque llegamos de noche, y está escondido en el corazón de un pequeño pueblecito, que al menos de noche parecía deshabitado. Luego, cuando dimos con él, nos pareció un lugar mágico. Los dueños son encantadores, nos dejaron escoger habitación (era temporada… Más

Nos resultó difícil dar con este hotel, porque llegamos de noche, y está escondido en el corazón de un pequeño pueblecito, que al menos de noche parecía deshabitado. Luego, cuando dimos con él, nos pareció un lugar mágico. Los dueños son encantadores, nos dejaron escoger habitación (era temporada baja), cenamos en la terraza, con unas vistas preciosas y todo estaba riquísimo. A la mañana siguiente, nos recomendaron un paseo que baja hasta el río, atravesando un olivar y bordeando frondosos huertos y que nos llevó hasta una majestuosa Kasbah, que no aparecía en las guías, y que fue la guinda a nuestra estancia. .

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